Como el que no quiere decir nada, como en silencio van cayendo las hojas de el árbol, así de silenciosa y callada es su presencia.
Lleva 25 años postrada ante Dios, 25 años ocupando el lugar que tantos quisiéramos ocupar.
Es el ejemplo del cristianismo valiente, sin miedos al que dirán, sin miedo a la burla, al insulto, al golpe…ella simplemente, quiere estar cerca de su Dios, como San Juan de la Cruz, quiere estar cerca de su amado.
Nadie sabía quien era, todos la desconocían, ella simplemente, veía que estaban matando, a ese hombre que transformó su vida cuando lo oyó predicar en la montaña.
Mujer silenciada por la ley y por la historia, El la llamó “Bienaventurada”, nunca nadie le había dicho un te quiero, nunca nadie le regaló una caricia, un abazo, un beso…y ahora este carpintero de Galilea, la llamaba bienaventurada, y le dice que de ella es el Reino de los Cielos.
Ante esto,¿ como poder contenerse a su presencia?, ¿como consentir tanto ultraje?, ¿como permanecer inmóvil ante su Cristo caído?.
No hay escoltas ni guardias romanos que pudieran contenerla. Ella, la silenciosa y obligada mujer callada, no soporta la injusticia que presencia y va a dar lo que había recibido, consuelo.
Se adentra entre la turba enfurecida contra Jesús, y limpia la sangre y sudor de su rostro.
En ese momento, mas que dar consuelo, ella queda impresa de todas las bendiciones que el cielo pueda premiarla.
Bendita seas mujer por tu pobreza, porque la única riqueza que guarda tu corazón es el amor a Dios.
Bienaventurada por tu mansedumbre, porque das paz y alivio en medio de tanta violencia y espanto.
Dichosa seas por tu llanto, porque como tú, para mi sudario
, yo seré para ti pañuelo.
Bienaventurada por tu sed de justicia, porque encontrarás benevolencia a los ojos de Dios.
Dichosa seas por tu misericordia y limpieza de corazón, porque yo seré para ti consuelo y misericordia día a día.
Seas dichosa y bendita mujer, porque por mi causa serás perseguida, insultada y calumniada. No tengas miedo porque yo estaré a tu lado y mi palabra, será escudo en tu defensa.
Mujer silenciosa y callada, dichosa tu porque en tu sudario, llevas impresa la mayor de las bienaventuranzas, el rostro de Cristo.
Santa Mujer Verónica, sírvenos como escuela de aprendizaje, para que podamos ser valientes como tu, y para que cada uno de nosotros, seamos capaces de llevar impresos en nuestras vida la imagen de Jesús.
25 Aniversario de la salida por vez primera en la historia de la Semana Santa linense, de la iconografía de la Santa Mujer Verónica.